Judas



Donde cayó tu última lagrima Judas?
te quedaban lágrimas Judas del ayer?
Al que vendió, trocó una vida por
-dicen algunos-
míseras monedas de plata?

¿Hay alguien hoy en día, que lleve tu nombre,
Que cargue tu propia cruz,
Que lleve la daga invisible
Que corte carnes y latígue
Un cuerpo tan humano como tú?
…. …. …. … ….
Judas, se ha estado bebiendo de golpe
todas las vidas, y en silencio
con esa cara que pareciera ser humana
va sembrando el terror, el horror
en cada semblante que no llene sus expectativas.

Judas, camina libremente por la vida…
cuidado….

Judas, al que llamamos el verdugo de Jesús,
como Barrabas, no ha muerto,
sigue entre nosotros, cavilando,
escudriñando, escarbando las vidas de otros
para extraer lo que él dice le pertenece.
“Oro negro le llaman.”

Judas, camina por todos los senderos
y con su guadaña invisible va seleccionando
vidas, niños, mujeres, abuelos
y muchos Jesús que va conociendo
en la era de los caminos….
y los que no conoce …también.
Como Herodes selecciona vidas
con métodos diferentes…pero arrasa
y de sangre se llenan las calles
y el aire huele a muerte y a dolor
y en los hogares las madres lloran,
los niños sufren y no hay esperanza
posible de sanar aquellos dolores.
Judas, pobre Judas, pobre verdugo de antaño
no hay niños que lleven tu nombre.
¿quién lo podría desear?
Ya que te has reencarnado en la piel
de seres humanos que quieren dominar el mundo.
Judas, yo espero que ésta vez,
en estas atrocidades de la vida,
en este incongruencia de acontecimientos
no estés, esta vez de la mano de Dios.
Yo, Judas, con el respeto que te mereces
Sólo por ser humano,
Jamás,
Nunca.
aunque me desangrarás
te entregaría mi hijo o mi hija,
los hijos de mis hijos
los hijos de mis amigos
ni siquiera a mis enemigos
para que los torturaras,
para que los vejeras,
aduciendo un mundo maravilloso
después de tan atroz muerte.
Así es que Judas, escúchame,
y no te tapes la cara como ayer
y no grites, ni des alaridos,
solo abre los ojos
y ve a tu alrededor
y ve a tu ,madre como llora.
Se supone que tuviste una madre
que derramo un manantial por ese hijo
no escogido.

No es orgullo, ni es rabia,
Es un dolor que quema al rojo vivo
por aquel que murió lacerado,
destrozado por un padre
que quiso salvar al mundo y
que había elegido con antelación
los actores precisos para tan tremendo crimen.
¿sólo por la inmortalidad?
y tú, Judas, como otros,
te sigues prestando casi en silencio
al lúdico encanto de matar…
sin saber que todos ya te conocen.

Pero ahora, Judas…
No te cubras el rostro…nuevamente.
No vuelvas a caer en el mismo juego
porque ésta vez, Judas, ésta vez
ni siquiera tendrás tiempo
para divisar una,
una sola moneda de plata.

María Cristina Aliaga Luna
Chile©



 

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