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Mamá decía que la, Navidad
había nacido en los ojos de su madre.
Papá con sus ojos color miel adormecidos
sonreía bajo unas blancas barbas.


Desde su pequeña estatura
débil entonces, como un junquillo
la niña recibía sus pasiones y recuerdos
y veía como en los días de adviento.
Llegaba una luz que parpadeaba anunciando
nuevos y mágicos Amaneceres.



Y jugaban a ser mejores cada día,
con el regalo de una sonrisa al pasar
como multiplicando los panes
y los obsequios que se iban de las manos
a alegrar otro rostros y otros niños.


Y entonces, la Navidad era mágica
Y entonces, la Navidad tenía sentido.
Así lo había escrito en las nubes
el Jesús de Nazareno, aquel niño
Dulce y maravilloso que según nuestro calendario
había nacido en Diciembre.


Y en el trayecto de la vida
y en los sentidos que le habían sido dados
fue recogiendo lo mejor de ellos
y los sembró en la era de la vida de sus hijas.


¡Era tan simple y tan valioso!
sonreír porque la vida es solo eso:
La risa abierta y el corazón calmado,
las camelias en el patio enamorando a los naranjos,
las calas balanceándose al son de dulce brisa,
la arboleda de su patio disfrazada de Pascuero.


Y de pronto… la Navidad llegaba
y dormirse temprano era una fiesta.
¡ Papa Noel llegaría esa noche calurosa !
Y la niña pequeña cuestionaba esa llegada:
¿Cómo entraría sino tenían chimenea?
¿Y como sabía cuales eran sus sueños?
Y fueron creciendo en ella más interrogantes...


Y una noche de esas cálidas de diciembre
en puntillas y descalza y sin que nadie la viera
anhelante esperó la llegada del Pascuero.
Las luces se apagaron y la casa se durmió
y el silencio vino a llenar las cosas todas
y en la penumbra callada como una estrella
descubrió a su padre de barbas blancas
y a su madre separando los regalos.


Y en sus manos brillaban los ojos
negritos de su muñeca de trapo
y en la noche tintineaban
las espuelas de su huasito de goma.


Y si entendió aquel sutil mensaje
y entonces, corrió al escondite preferido
dio rienda suelta al llanto
y en cada lágrima que ella vertía
se conjugaron mil emociones
y la imagen de su madre y de su padre
le dijeron que esa noche había sido
la más bella revelación del Amor.


¡ El Pascuero vivía en su humilde morada!



María Cristina Aliaga Luna / Lobamaluna
Chile
 







 

 

       

 

 

   

 

 

 

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